Un verano raro, y no digo diferente, digo raro.
Una desconexión terrenal como forma de evadir el movimiento del universo, cual avestruz que mete su cabeza bajo tierra, por cobardía o defensa propia, o incluso un poco de cada cosa.
Ahogar las penas en alcohol, sin pensar en que mojadas pesan más, y que todo el tiempo inconsciente siempre vuelve con intereses. Recuerdos turbios, rumores ciertos o no tan ciertos, acciones creíbles e increíbles, dignas de admirar y repudiar, perfectos idiotas que juzgan sin saber y sobre todo sin mirar su propio ombligo, todo a nivel del pueblo que tanto me ha dado y me ha quitado.
Muy a menudo preferiría no entender ciertas cosas para no acabar descubriendo la verdad, pero vivir un engaño nunca ha sido sano, porque al final la mierda siempre sale a flote.
Podría hacer una valoración de este verano tan alternativo, y sería que ahora soy más pobre, mi hígado más duro, mi cabeza más alta y sobre todo, que mi puta obsesión con la falta de humanidad de semejante basura de planeta y de su maldita raza predominante es cada día más cierta. Que hay trastornos sociales dignos de ser catalogados como enfermedades. Porque lo veo día a día, porque no hay excepción que impida confirmar mi teoría.
Y mientras tanto sigo ahí, comprensiblemente defraudado y quizá ligeramente aliviado, porque todo vuelve a ser prescindible y el rumbo ya está fijado.
Eso, tú al niño dale alas.
"Wisely and slow, they stumble that run fast" W. Shakespeare
No hay comentarios:
Publicar un comentario