Porque quizá muy lejos de aquí seríamos eternos.
Apartando esa sensación de que la vida va a tirones, que acelera con lo bueno y alarga hasta el último suspiro todo lo restante. Que la bondad también es relativa, y llega un momento en el que todo es parte de lo restante, el tiempo se arrastra sin motivación alguna, las fechas puntuales se advierten en el calendario y tal como llegan se marchan.
Es la indiferencia.
Todos necesitamos un objetivo, incluso varios, diría yo. Si no fijamos unas metas viajamos a la deriva, cual espectro de lo que alguna vez fuimos que sólo sigue la corriente hacia ese final.
Y a algunos nos duran esos ratos más que a otros.
Es la única realidad, no se puede ni silenciar ni ignorar, está ahí para saludarte. Podrás disimular cualquier convenio social, pero sin embargo la certeza de la muerte es inescrutable: Sonríe cuando tengas ganas de llorar, pero el miedo al final no participa en ningún intento de engañar a nadie, eres tú y sólo tú.
Hay quienes maduramos prematuramente. Y lo disimulamos a toda costa, porque facilita mucho el camino.
Aunque os cueste creerlo, los humoristas son, a menudo, las personas más tristes que existen en su día a día. Y la culpa no la tienen ellos, la tiene la vida.
"Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir." Federico García Lorca
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